Nuevas lecturas en torno a la colección. Tàpies
“Cuando sacaron L’esperit català me levanté de la silla como un resorte y, de inmediato, pensé “Tiene que ser nuestro”. Le dije, entusiasmada a Javier: ¿No te gusta? ¿Verdad que es muy bueno?”. Estas palabras de María Josefa Huarte expresan el flechazo que sintió al ver esta obra en la galería Maeght de París en 1971, y marcan el inicio de la relación entre la coleccionista y las obras de Antoni Tàpies.
Con motivo del préstamo de L’esperit català a la Fundació Tàpies de Barcelona para la exposición “Antoni Tàpies. Col-lecció. 1966-1976” se han recibido en el Museo , en concepto de intercambio, dos pinturas, Dies d’Aigua (1987) y Gran Creu (1989), y una escultura, Matalàs (1987). Estas obras han sido seleccionadas por el equipo curatorial del Museo en función a su relación con las obras de Tàpies de nuestra colección, y su presencia en Pamplona supone una oportunidad única de actualizar, ampliar y profundizar en la comprensión de nuestras piezas, completando su sentido y significado. Así, el criterio de selección de estas tres obras concretas y no otras, se ha basado en el diálogo que pueden establecer con los Tàpies pertenecientes al Museo, tanto desde el punto de vista formal y conceptual, como desde el emotivo, ya que no hay que olvidar que la colección de María Josefa Huarte se basa en su intuición y gusto personal. De esta forma, nos ayudan no solo a comprender el universo creativo del autor, sino también a entender el criterio artístico de la mecenas. Estas pinturas y esculturas se engloban dentro del informalismo y de la investigación de soluciones formales en torno al muro y a la recreación de la materia humilde, sobre la que, a modo de grafitis, se disponen signos elementales como la cruz, geometrías o garabatos que simbolizan los misterios de la vida y la muerte asociadas a las experiencias vitales del ser humano.
ANTONI TÀPIES
Antoni Tàpies (Barcelona 1923-2012), artista de formación autodidacta, es uno de los principales representantes del arte español de la posguerra. Fue miembro fundador, en 1948, del grupo Dau al Set, y los comienzos de su carrera artística se pueden conectar con el surrealismo, desde el que derivará hacía una pintura matérica vinculada al movimiento informalista internacional. A partir de década de los cincuenta, la obra Tàpies obtuvo un amplio reconocimiento internacional, lo cual no impidió que el artista siguiera reivindicando su identidad catalana y desde aspectos formales y simbólicos aflora el carácter político de su arte, sobre todo en los últimos años del franquismo. En los años ochenta Tàpies se siente atraído por filosofías orientales y especialmente por el Zen.
Fecha
2 de noviembre de 2016